La historia detrás del viral: dejó su puesto en un call center y se dedica a bordar

El cordobés David Brito decidió explorar una nueva técnica y formato que difundió en las redes sociales. Su anterior trabajo lo dejaba exhausto y sin tiempo para el arte. Un día se animó a renunciar y hacer real su sueño.
El cordobés David Brito decidió explorar una nueva técnica y formato que difundió en las redes sociales. Su anterior trabajo lo dejaba exhausto y sin tiempo para el arte. Un día se animó a renunciar y hacer real su sueño.

David Brito logró vivir de lo que le apasiona y dejó atrás su antiguo trabajo que lo agotaba: operador de call center. Llegó a atender 100 llamadas por día y no tenía tiempo para dedicarle al arte, su verdadera pasión.

El joven bordador nació en Córdoba capital hace 28 años. Cuando era muy chico sus padres se mudaron a Río Cuarto donde hoy viven: “Fui a talleres de arte desde que era muy chiquito. Tengo una familia que siempre me apoyó. No vengo de una familia de artistas aunque hace poco me enteré que mi abuela paterna bordaba”. 

David empezó a bordar en 2015 aproximadamente. Probó con el telar, en el que estaban trabajando sus compañeras y se fabricó uno. Pero no era para él: “Me resultaba muy tediosa toda la producción. Me llevaba por ahí días hacer un tejido para después llevar el bordado. Por ahí soy una persona muy ansiosa, entonces me gusta empezar algo y terminarlo. Entonces me pasé a bordar directamente en tela”, expresó Brito. Sin embargo, no descarta volver a intentar con el telar: “Me parece una técnica muy linda. De hecho, me gustaría seguir profundizando en un futuro”.

Tiene más de 200 hilos para combinar, generar luces y sombras, texturas, volúmenes:  “Trabajo con unas agujas para coser, no uso las de bordado, porque por lo general las agujas de bordado tienen la punta mocha y a mí me gusta que tenga la punta bien puntiaguda, porque me gusta saber bien dónde hinco la aguja”, revela David uno de los secretos de su trabajo donde no se le escapa ningún detalle, destellos de ojos, canas, rubor de mejillas, brillos de metales.

El realismo de cada obra despierta asombro y los peludos dejan acariciar sus hilos

David sabía que en su vida iban a existir muchos otros trabajos, si quería dedicarse al arte. Pero el call center le quitaba mucho tiempo y energía: “No me quedaban ganas de hacer lo que más me gustaba. El esfuerzo mental que tenía era tremendo. Tenía que pedir descanso entre llamada y llamada para poder tomar un sorbo de agua. Unos cinco segundos. Cien llamadas diarias, una detrás de la otra. El trabajo era para una tarjeta de crédito”. Y agregó: “Trabajé de forma remota y me desgastó mucho, pero por otro lado agradezco de haberlo tenido, porque estaba en pandemia, lejos de mi familia y si no hubiera sido por ese trabajo no sé qué hubiera sido de mí”, sopesa.

Entre los encargos, encuentra tiempo para hacer algunas piezas para él. Bordar a estrellas de la música a quienes admira. Hizo a Rosalía, a Tini, a Lali. “El de Tini se lo pude dar el año pasado. El de Cazzu se lo llevé al show. Y el de Lali ojalá se lo pueda dar también. A Rosalía le hice varios, dos de la portada del disco y una escena de un show, que se la tiré al escenario”, cuenta. Ahora tiene para empezar uno de Nicki Nicole.

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