Esta semana se conoció la noticia de una pareja de San Isidro que tuvo su tercer hijo por intermedio de la fertilización in vitro, pero el esperado nacimiento vino con una sorpresa aparejada: el embrión era de otra pareja.
Todo marchaba bien, pero cuando tras el nacimiento estaban por dejar la clínica, el padre observó que el grupo sanguíneo del bebé no se correspondía con el suyo ni con el de su pareja. Tras nuevos análisis de sangre y un estudio de ADN, confirmaron la incompatibilidad genética. La pareja hizo el tratamiento de fertilización in vitro sin recurrir a óvulos o espermatozoides donados, por lo cual todo indicaba que en la clínica se había cometido un error que llevó a la implantación de un embrión que no era el suyo.
Es la primera vez en la historia de la medicina argentina que se produce este tipo de casos. Para la justicia se trató de un error sin dolo, aunque podría haber lugar a una demanda por daños y perjuicios. También se averiguó sobre el destino que, finalmente, había tenido el embrión aportado por ellos y fueron notificados de que previamente debió ser descartado.
El Bioquímico Gerardo Bocco asistió al piso de Versión Completa y nos contó como es posible que se haya producido este tipo de error.
“Hay todo un proceso del laboratorio que se llama la etapa preanalítica. Este implica la toma de datos del paciente, la toma de muestra y lo más importante la identificación. En este caso existe una hipótesis de que podría haber habido un error en lo que es la identificación de una de las muestras. Por ende vos podes tener el mejor de los procedimientos y obtener el peor de los resultados si la muestra está mal identificada”, explicó
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