Daniel Passerini, viceintendente de la ciudad de Córdoba, estuvo en la pasada edición de Poco Serio dialogando con Orestes Lucero sobre un amplio abanico de temas relacionados no sólo a su actividad política, sino también a la profesión que eligió como norte, que es la medicina, el peronismo, anécdotas, su faceta musical, las amenazas que recibió tiempo atrás, y muchos más temas.
El funcionario contó que viene de una familia de padres humildes y trabajadores, que se esforzaron en que él y sus hermanos pudieran estudiar una carrera. La que eligió Passerini fue la medicina. Hoy es médico generalista, pero se especializó en toxicología “porque nunca dejé de estudiar”, aclara.
No tiene un consultorio privado ni trabaja en ningún hospital: es voluntario en la fundación del Padre Oberlin. “Le pregunté si me aceptaba como médico para ir a trabajar de voluntario. En marzo fui a ver el lugar, compré los equipos. Al ir a trabajar con Mariano (Oberlin) vi que la problemática común más allá del consumo de sustancias es la pobreza. Ningún paciente se me murió de sobredosis, sí de tuberculosis. Eso habla de la vulnerabilidad”, cuenta.
“A De la Sota le dije que sí sin dudarlo porque estaba convencido de que iba a hacer algo bueno para mí y para lo que yo pensaba de la política”, menciona Passerini por otro lado, al recordar su amistad con el ex gobernador.
Haciendo un análisis de la política actual, Passerini reflexiona: “Mi frase de cabecera es ‘Yo no digo lo que pienso, yo pienso lo que digo’. Creo que lo primero es tener conducta, y que lo que uno le exige a los demás previamente debe ser auto exigido. Lo que tenemos que hacer los que hacemos política es honrarla. La política desde mi punto de vista es vocación de servicio, servir al pueblo de la mejor manera. Eso es hacer las cosas bien, no predicar honestidad, ponerse un tatuaje, sino hacerlo naturalmente”.
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