El trabajo en horario nocturno, los diferentes aparatos tecnológicos (celulares, tablets, televisores, etc.) y el hábito de dormir pocas horas, son algunas de las causas por las cuales cada vez más las personas dedican menos tiempo al descanso.
La Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos recomienda a los adultos dormir entre 7 y 9 horas por noche. Se ha demostrado científicamente que aquellas personas que duermen menos o más que lo recomendado, aumentan
el riesgo de padecer enfermedades como Diabetes Mellitus, sobrepeso, obesidad y síndrome metabólico.
El problema, no parece detenerse sólo allí. Si a este mayor riesgo le sumamos la falta de actividad física en nuestro tiempo libre, sedentarismo en el trabajo y alimentación poco saludable, debemos estar alertas y realizar cambios en
nuestro estilo de vida.
Existen recomendaciones para conciliar el sueño, por ejemplo: crear un ambiente oscuro en el dormitorio, hacer ejercicio, evitar el uso de pantallas con brillo antes de acostarse ya que el cuerpo lo interpreta como luz matutina y
limitar las siestas diurnas a 30 minutos.
En cuanto a la alimentación, se aconseja disminuir el consumo de café ya que genera hormonas de estado de alerta. Aquellas escenas clásicas de películas en donde el personaje ante la dificultad de conciliar el sueño toma un vaso con leche es un claro ejemplo de los alimentos que facilitan el sueño. Otras alternativas pueden ser la ingesta de diferentes quesos, yogur, frutos secos y banana.
Además, la fatiga en el cuerpo y la somnolencia se suman al listado de consecuencias del destinar pocas horas al sueño.
El darle importancia al papel que cumplen las horas de sueño adecuadas en nuestra vida, es fundamental para prevenir diferentes patologías y tener un eficaz rendimiento en el trabajo y en nuestras actividades diarias.