En la oscuridad de la noche, la mente se convierte en el escenario de los terrores más profundos. En “La Zona de Interés”, Jonathan Glazer nos sumerge en un juego de horror psicológico donde los sonidos emergen como protagonistas principales. Lejos de las típicas imágenes explícitas, esta película nos reta a enfrentar el horror a través de nuestros oídos y nuestra imaginación.
Basada en la novela homónima de Martin Amis, la trama nos transporta al lado mismo del campo de concentración de Auschwitz. Desde la perspectiva de una familia alemana, somos testigos de su rutina diaria, marcada por la cercanía a uno de los episodios más oscuros de la historia. Sin embargo, lo más inquietante no yace en lo que vemos, sino en lo que escuchamos: los sonidos siniestros que acechan desde el campo de concentración.
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A través de una cinematografía meticulosa y obsesivamente encuadrada, Glazer nos sumerge en un universo visualmente frío, reminiscente del estilo de Stanley Kubrick. Cada detalle en pantalla, desde la sangre en las botas hasta el humo de las chimeneas, nos recuerda la presencia ominosa del horror. Esta simetría visual se combina con una banda sonora que perturba, creando una experiencia cinematográfica única y angustiante.
“La Zona de Interés” no es una película para los débiles de corazón ni para aquellos que buscan emociones rápidas. Es un viaje contemplativo que desafía al espectador a enfrentar sus propios miedos e inquietudes. Con una ejecución magistral tanto en lo visual como en lo auditivo, esta película se erige como una de las propuestas más originales y arriesgadas del cine contemporáneo. La zona de interés se estrena en cines de Latinoamérica desde este 15 de febrero de 2024.
