Honduras tiene, a partir de este jueves, a su nueva presidenta: se trata de Xiomara Castro, la primera mujer en ocupar ese cargo en el país centroamericano. Representante del Partido Libertad y Refundación (Libre), Castro fue elegida por el 51,12% de los votantes de un país en el cual participó de las elecciones un 68,58% del padrón.
Al momento de jurar, la flamante jefa de Estado dio su promesa a la Ley: “Prometo ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes”, juró con la mano sobre la biblia.
Ahora, Castro debe enfrentar una serie de desafíos al tomar las riendas de una Honduras sumida en crisis económica y social: la pobreza y la violencia son dos de los principales ítems a trabajar a partir de hoy. Sólo por mencionar: según datos de la ONG Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), cerca del 71% de los casi 10 millones de habitantes del país viven en la pobreza y casi la mitad de ellos en pobreza extrema. También, cuatro de cada 10 habitantes carece de recursos siquiera para adquirir un plato de comida al día.
Además, su partido no cuenta con la mayoría del Congreso. Por su parte, también tiene un rol fundamental el distanciamiento que hay entre los mismos integrantes de Libre. El sociólogo Eugenio Sosa, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, dijo que “Este fraccionamiento de Libre, independiente de cómo se resuelva, da a los partidos de oposición mucha capacidad de veto, lo cual limitará la aprobación de legislaciones que muchos estamos esperando y que fueron prometidas durante la campaña, como el combate contra la impunidad”, en diálogo con BBC.
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