En un mundo hiperconectado, el JOMO (Joy of Missing Out) surge como una respuesta al estrés de estar al día con cada novedad y evento. Esta tendencia, que puede traducirse como “la alegría de perderse cosas”. Busca aliviar la presión de participar en todo, promoviendo una desconexión intencionada y consciente. En contraste con el FOMO (Fear of Missing Out), que impulsa la ansiedad por no estar presente, el JOMO propone liberar la mente del ruido externo y concentrarse en lo que realmente importa.
Christina Crook, autora de The Joy of Missing Out: Finding Balance in a Wired World, es pionera en la filosofía JOMO, sosteniendo que perderse ciertos momentos puede ser una fuente de bienestar. La investigadora explica que esta práctica fomenta la autoexploración, la claridad mental y el desarrollo personal. Según Oliver Serrano León, psicólogo y profesor en la Universidad Europea de Canarias, optar por el JOMO disminuye la comparación social, que muchas veces lleva a percibir la propia vida como insuficiente. “Al desconectarse del ruido externo, las personas pueden reenfocarse en sí mismas, lo que fomenta la autoexploración, el desarrollo personal y una mayor claridad sobre lo que realmente importa en sus vidas”, comentó Serrano León.
El JOMO ofrece pautas prácticas para su adopción, como establecer horarios para revisar redes, usar solo plataformas que aporten valor y dedicar tiempo a actividades que nutran el bienestar físico y mental. Al elegir esta desconexión, se priorizan los encuentros cara a cara y se reduce el uso de redes sociales, permitiendo un enfoque más consciente en el presente y en relaciones significativas.