España no es ajena a la pasión con la que se vive la Semana Santa. En cada rincón del país, la tradición se mezcla con la emoción y miles de personas salen a las calles para acompañar procesiones que dejan la piel de gallina. Si bien Barcelona no lidera el ranking en cuanto a fervor religioso, sí forma parte de esta gran postal que cada año atrae a turistas de todo el mundo.

En Sevilla, por ejemplo, se vive una de las celebraciones más icónicas: La Madrugá, que transcurre en la madrugada del Jueves al Viernes Santo. Las imágenes de la Virgen rompiendo en llanto y el desfile silencioso de los Nazarenos conmueven a todos los presentes. En Málaga, la procesión del Cristo de la Buena Muerte culmina en el puerto, bajo una atmósfera de recogimiento total. Granada también tiene su momento fuerte con el Cristo Gitano, y en Marbella, las calles se llenan de pasos y flores.

Barcelona también tiene lo suyo: durante el Jueves Santo se lleva a cabo un Vía Crucis en el Barrio Gótico, mientras que el Viernes Santo hay procesiones con gran participación en el centro de la ciudad. Todo esto está organizado por más de 100 cofradías que se encargan de mantener viva esta herencia cultural y religiosa que nació en la Edad Media.
Pero la experiencia no termina ahí. La gastronomía tiene un papel clave durante estos días. Se respetan ciertas costumbres como no comer carne vacuna, y se multiplican los platos a base de bacalao o paella. En lo dulce, no puede faltar el chocolate con churros y, en Cataluña, la tradicional mona de Pascua que los padrinos regalan a sus ahijados. Porque en Semana Santa, la emoción no sólo entra por los ojos… también por el gusto.
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