El domingo por la noche, Río Tercero fue testigo de una manifestación masiva en respuesta a los despidos que golpearon a la Petroquímica Río Tercero (PR3). La protesta, liderada por el Sindicato Químico y Petroquímico de Córdoba junto a otras organizaciones gremiales y sociales, paralizó la Avenida General Savio, bloqueando el acceso al polo industrial. La movilización es una respuesta directa a la suspensión de 125 trabajadores, una cifra que resuena no solo en las familias afectadas, sino en toda la comunidad.
El cierre de la planta, atribuido a la baja en ventas y la fuerte competencia internacional, no solo afecta a los trabajadores directos. La incertidumbre que genera este cese laboral impacta en el ecosistema económico de Río Tercero, abarcando desde proveedores locales hasta la Fábrica Militar, dependiente de los insumos de PR3.
Una comunidad unida ante la adversidad
La marcha no fue solo de los trabajadores despedidos; gremios como la CTA, la CGT Regional y diversos sindicatos se sumaron en un acto de solidaridad y resistencia. Este apoyo colectivo demuestra la gravedad del conflicto. “Si cierran la Petroquímica, toda la ciudad se verá afectada”, exclamaban los manifestantes, resaltando que no es solo un problema de la empresa, sino de todos. La posible caída de otras plantas subsidiarias y de la Fábrica Militar de Río Tercero hace aún más urgente la necesidad de frenar estos despidos.
El Sindicato Químico ha denunciado que los despidos son ilegales, ya que se habrían violado garantías acordadas en el Ministerio de Trabajo. Por ello, este lunes 14 de octubre presentarán una solicitud formal para que se dicte la conciliación obligatoria y se revise la situación de los trabajadores.
Defensa del trabajo y de la comunidad
Lo que está sucediendo en Río Tercero es un ejemplo de lucha y unidad. “Hoy no defendemos solo a los petroquímicos, defendemos el trabajo de toda la comunidad”, expresó uno de los manifestantes. La presencia de sindicatos, vecinos y organizaciones sociales muestra que esta lucha es de todos. No se trata solo de los 125 puestos perdidos, sino del futuro de toda la ciudad y de la economía local.
La marcha y el corte de ruta dejaron en claro que Río Tercero está decidido a no rendirse. Con la participación activa de la CTA, la CGT y otras organizaciones, el mensaje es uno: unidos en la defensa del empleo, de las familias y de la dignidad de una comunidad que no quiere ver desaparecer su fuente de trabajo.