En su columna semanal para Secretos del Poder por Canal C, el economista Alfredo Blanco compartió una advertencia directa: “Miremos los datos”. Esta editorial —una lectura técnica y crítica de la coyuntura económica— se enfoca en la política cambiaria del gobierno de Javier Milei y en los compromisos asumidos con el Fondo Monetario Internacional. Blanco parte de una premisa clara: en los debates económicos sobran los prejuicios y faltan análisis basados en estadísticas confiables. En este sentido, remarcó que la Argentina dispone de buena información para evaluar lo que sucede.
“La modificación de la política cambiaria implicó abandonar la devaluación fija y pasar a un sistema de flotación por bandas”, explicó Blanco, recordando que esta decisión se tomó en un contexto de pérdida de reservas internacionales. Aunque el gobierno evita usar el término “devaluación”, los datos muestran un ajuste del tipo de cambio del orden del 8 al 10%. Según el presidente Milei, el Banco Central no intervendría en el mercado cambiario a menos que el dólar bajara de los $1000. Sin embargo, Blanco advirtió que sería razonable comprar antes, para cumplir con la meta de acumulación de reservas pactada con el FMI.
El economista exhibió gráficos que evidencian la caída constante de reservas internacionales entre enero y abril, seguida del ingreso de 12.000 millones de dólares del FMI. Este alivio financiero elevó las reservas brutas a 39.000 millones, pero, advirtió, “el Banco Central no está acumulando reservas”. En los días posteriores al desembolso, la autoridad monetaria no mostró señales de aprovechar la banda cambiaria para comprar dólares. Esa inacción, según Blanco, puede comprometer el cumplimiento de las metas con el Fondo.
“El gobierno está demasiado enfocado en el índice de precios”, reflexionó Blanco al cerrar su editorial. Si bien es comprensible el temor a que la compra de dólares expanda la base monetaria, el mismo gobierno afirma que la demanda de dinero está aumentando. Por eso, la recomendación es clara: mirar los datos, actuar en consecuencia y no esperar a que la urgencia imponga decisiones que podrían tomarse a tiempo.
