La herencia  

La muerte inesperada y trágica de José Manuel de la Sota puso en estado de shock a buena parte de la sociedad cordobesa. En el peronismo, ya tomaron nota que de ahora en más se abrirá una nueva etapa en la discusión por el poder provincial y partidario.

Muerto De la Sota, quién tendrá la acción dorada para ejercer los derechos del tres veces gobernador.

Será un hecho que el gobernador Juan Schiaretti rendirá los homenajes del caso. Es un secreto a voces, por ejemplo, que la autovía a Río Cuarto recibirá el nombre del fallecido caudillo peronista. También le ofrendarán calles, plazas y monumentos varios a lo largo y a lo ancho del territorio cordobés.

Desde la recuperación de la democracia, en 1983, hubo dos hombres que se convirtieron en los principales arquitectos de la construcción política: De la Sota y el radical Eduardo Angeloz.

La diferencia entre ambos se da en que el fallecimiento encontró a De la Sota en plenitud y con una marcada influencia en la toma de decisiones políticas dentro del peronismo. En cambio, Angeloz ya había perdido peso propio en la consideración de los popes de la UCR.

En el peronismo, no son pocos los dirigentes que miran a una de las hijas del fallecido cacique, Natalia de la Sota, como potencial aspirante a la sucesión.

¿O será que Schiaretti aprovechará para barajar, dar de nuevo y armar una nueva estructura de conducción política a gusto y placer?

La porción que queda por repartir tiene dos tenedores: Schiaretti y la familia De la Sota.

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