La primera jornada del juicio por el secuestro y asesinato de Santiago Aguilera, el joven de 18 años que desapareció en Las Tapias en 2022, estuvo marcada por el testimonio desgarrador de su padre, Carlos Aguilera. Entre lágrimas, pausas constantes por la emoción y una sala en absoluto silencio, apuntó directamente contra el accionar judicial y cuestionó los vínculos entre su hijo y los acusados.

Durante la audiencia celebrada este lunes en el Tribunal Oral Federal N°3 de Córdoba, Aguilera sostuvo que uno de los acusados, Walter Gil, “hostigaba” a su hijo. Según relató, en los últimos meses antes del crimen, Santiago había cambiado su actitud: “Se estaba distanciando de mí, lo notaba raro, más callado, distinto... no era el mismo”.

Mientras Carlos declaraba, visiblemente afectado, Gil mantuvo la cabeza gacha durante toda la exposición. A su lado, Julio César Ramírez escuchaba con atención, sin apartar la vista del padre de la víctima. La sala, por momentos, debió frenar el desarrollo por la intensidad del testimonio: Aguilera rompía en llanto una y otra vez.

“No lo buscaron como a un secuestrado”, denunció, en alusión directa al fiscal Enrique Senestrari, a quien semanas atrás denunció penalmente. “Me mostraban zonas en la computadora, y yo salía a buscarlas solo con la gente del pueblo. El fiscal no entendió la urgencia”, agregó. También contó que un oficial que lo acompañó en esas búsquedas fue desplazado de su puesto.
El testimonio fue especialmente crudo cuando Aguilera describió cómo sus sospechas lo llevaban a los mismos nombres desde el primer día. “A Santiago lo llevaron personas que él conocía. Eran amigos suyos, no extraños. ¿Cómo puede ser que nadie lo viera venir?”, dijo con la voz quebrada.
Carlos también mencionó que su hijo tomaba medicación diaria, lo que hacía imposible pensar que se hubiera ido por voluntad propia. “No podía faltar a su tratamiento, eso lo sabíamos todos. Si no tomaba sus remedios, se descompensaba”, explicó.
El padre insistió en que los indicios estaban desde un principio, pero que no se les prestó atención: “Las cámaras mostraban el recorrido que hizo. Se sabía a dónde iba. Se sabía con quién. Pero nadie actuó a tiempo”.
La sala escuchó con respeto y tensión cada palabra del hombre. Los jueces, los abogados y hasta los mismos acusados parecían seguir con atención cada frase entrecortada. “Solo pido justicia, nada más. Que no quede en la nada lo que le hicieron a mi hijo”, expresó Carlos.