Pasado el mediodía del lunes 10 de enero, un voraz incendio se desató al norte de Iquique, Chile, en una zona de bajos recursos y donde el agua es un servicio que escasea.
Hubo que evacuar a por lo menos 400 vecinos, 20 resultaron heridos y se perdieron aproximadamente 100 viviendas. En la mencionada área viven mayormente inmigrantes, muchos de ellos ilegales, en casas construidas muy cerca unas de otras. Al no haber espacio suficiente entre las viviendas, no se pudo ingresar con los camiones de bomberos y éstos tuvieron que avanzar a pie con las mangueras a cuestas.
“Cerca de 100 casas fueron consumidas por el fuego en Laguna Verde, con más de 400 damnificados”, informó la Delegación Presidencial Regional de la región de Tarapacá, a unos 1.790 km al norte de Santiago. Por la noche se informó que el fuego estaba “controlado” pero no sofocado y que por aquellas horas se corría todavía riesgo de propagación.
Por la falta de suministro de agua en la zona los Bomberos tuvieron dificultades para combatir el fuego. El director de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior en la región de Tarapacá, Álvaro Hormazábal, había advertido que “El grifo más cercano está a unos 200 metros”.
El comandante del cuerpo de Bomberos de Iquique, Jorge Medina, señaló: “Tuvo una muy rápida propagación, considerando las condiciones que se nos presentaban en el escenario, como la problemática del terreno para acceder de nuestras unidades de emergencia y el despliegue de material”.
De los heridos, seis son bomberos que resultaron lesionados “principalmente por estrés térmico y el esfuerzo físico que han tenido que realizar” para hacer llegar los materiales a los lugares donde no podían acceder los camiones.
